Demetrio Macías se nos
presenta en Los de abajo como un
campesino que, por las injusticias que los federales han cometido contra él y
su familia, se unirá la Revolución y acabará convirtiéndose en todo un héroe al
más puro estilo de las epopeyas clásicas.
Ya desde la etimología de su
nombre (Demetrio< Deméter), lo vamos a vincular con la agricultura,
representando así el arquetipo del campesino mejicano, condición que seguirá
ostentando incluso después de hacerse famoso por sus hazañas militares.
Es significativo señalar que
la visión que se nos muestra de Macías es, como buen héroe que se precie, desde
el punto de vista de quienes los aprecian y alaban, por tanto, cuenta sus
descripciones cuentan con un sesgo totalmente subjetivo que nos presentan al
revolucionario como todo un héroe épico., que irá evolucionando a lo largo de
la novela.
El hecho desencadenante en
el que se nos presenta ya a Demetrio como un hombre terrible tan solo con su
presencia, es cuando tres soldados federales intentan violar a su mujer y robar
en su casa. En esta situación, será sólo necesaria la presencia de Macías para
acobardar a los delincuentes:
-
Chata, estás muy lejos; arrímate a echar un trago... ¿Cómo que
no?...¿Le tienes miedo a tu... marido... o lo que sea?... Si está metido en
algún agujero dile que salga..., pa mí ¡plin!... Te aseguro que las ratas no me
estorban.
Una silueta
blanca llenó de pronto la boca oscura de la puerta.
-
¡Demetrio Macías! -exclamó el sargento despavorido, dando unos
pasos atrás.
El teniente se puso de pie y enmudeció, quedose frío e inmóvil
como una estatua».[1]
Se nos representa, ya desde
el primer momento, como todo un héroe épico temido por los federales y, como
buen héroe, se encuentra solo al principio de la novela y volverá a quedarse
solo al final.
La Revolución, por tanto, lo
va a iniciar Macías desde su propio hogar, al ver cómo han mancillado a él y a su familia. Este
primer acercamiento al héroe se va a hacer desde una perspectiva humana en
cuanto a ideas revolucionarias ya que lo que emanan son sus convicciones
personales, de una forma un tanto ingenua ya que se siente totalmente
capacitado para administrar justicia. Es por ese motivo, que consideramos que
depende totalmente de Luis Cervantes en cuanto a la imposición de los ideales
revolucionarios.
Al igual que muchos de los
héroes de la Antigüedad Clásica, Demetrio Marcías tiene unas rutinas, en este
caso, propias de su origen humilde: es campesino y ranchero y, como tal, se
caracteriza. Además, como buen héroe, siempre sale ileso de las batallas:
[...]
nosotros los rancheros tenemos la costumbre de bajar al lugar cada ocho días.
Oye uno su misa, oye el sermón, luego va a la plaza, compra sus cebollas, sus
jitomates y todas las encomiendas. Después entra uno con los amigos a la tienda
de Primitivo López a hacer las once. Se toma la copita; a veces es uno
condescendiente y se deja cargar la mano, y se le sube el trago, y le da mucho
gusto, y ríe uno, grita y canta, si le da su mucha gana. Todo está bueno,
porque no se ofende a nadie. Pero que comienzan a meterse con usté; que el
policía pasa y pasa, arrima la oreja a la puerta; que al comisario o a los
auxiliares se les ocurre quitarle a usté su gusto... ¡Claro, hombre, usté no
tiene la sangre de horchata, usté lleva el alma en el cuerpo, a usté le da coraje,
y se levanta y les dice su justo precio! Si entendieron, santo y bueno; a uno
lo dejan en paz, y en eso paró todo. Pero hay veces que quieren hablar ronco y
golpeado... y uno es lebroncito de por sí... y no le cuadra que nadie le pele
los ojos... Y, sí señor; sale la daga, sale la pistola... ¡Y luego vamos a
correr la sierra hasta que se les olvida el difuntito![2].
Será así como, con rapidez, se convierta
en el jefe de la banda, en una figura imponente ante los federales. Por ese
motivo, encontramos similitudes con algunas epopeyas clásicas en momentos como
la despedida de su mujer y su hijo pequeño de Macías que nos recuerda a la
despedida final de Héctor en la obra homérica.
Inicialmente,
la humanidad de Macías será uno de los rasgos predominantes en su personalidad
que se irá tornando más vanidosa al creerse el éxito de sus batallas y
empezarse a visualizar él mismo como todo un héroe. Las primeras batallas se
nos muestran como casi un juego, entendemos que Azuela quiere dejar entrever la
inocencia del héroe debido a su inexperiencia; sin embargo, el punto álgido en
su evolución heroica se da cuando empieza a mostrar una gran insensibilidad
hacia la muerte, algo que vemos con la de don Mónico:
- ¿Por qué
pelean ya, Demetrio?
Demetrio,
las cejas muy juntas, toma distraído una piedrecita y la arroja al fondo del
cañón. Se mantiene pensativo viendo el desfiladero, y dice:
Del héroe vengador que busca
la justicia del pueblo y de los suyos, Demetrio Macías actúa ahora como un
federal, asesinando a aquellos de su grupo que intentan huir porque ya no lo
respetan, pese a compartir la misma lucha: la Revolución.
Pero este episodio de la
muerte de don Mónico no es el único que anuncia el declive del héroe. Tras
llegar a casa, su mujer le confiese el temor porque le pueda ocurrir algo malo,
sin embargo, al igual que todos los héroes, Macías debe continuar la empresa
que empezó. Es así como comienza la segunda salida y donde encuentra la muerte
el héroe revolucionario, en el mismo lugar en el que inició su camino a la
cima.
De esta forma, Demetrio
Macías se vuelve a quedar solo como al principio de la novela, algo
característico también de su condición heroica, volviendo así a su condición
inicial de campesino ligado a la tierra y no a lo divino:
El humo de
la fusilería no acaba de extinguirse. Las cigarras entonan su canto
imperturbable y misterioso; las palomas cantan con dulzura en las rinconadas de
las rocas; ramonean apaciblemente las vacas. La sierra está de gala; sobre sus
cúspides inaccesibles cae la niebla albísima como un crestón de nieve sobre la
cabeza de una novia. Y al pie de una resquebrajadura enorme y suntuosa como
pórtico de vieja catedral, Demetrio Macías, con los ojos fijos para siempre,
sigue apuntando con el cañón de su fusil...[4].
En definitiva, nuestra
opinión en la evolución del personaje de Demetrio Macías no es la de vencedor,
sino más bien lo contrario. Inicialmente se nos presenta como un ahuyentador de
los federales con su sola presencia. Esta visión más humana del protagonista se
va tornando en la de héroe todopoderoso que está por encima del bien y del mal
e, incluso, por encima de los ideales de la Revolución. Pese a tener varias
señales que le advierten del peligro inminente, Macías no le teme y acaba
siendo derrotado por su enemigo, volviendo a la tierra que cultivaban sus manos
y la que lo vio crecer. El único reconocimiento que lo revive de vez en cuando
es la lectura de Los de abajo de
Mariano Azuela.