miércoles, 15 de junio de 2016

EXÁMENES POÉTICOS

Siempre he mantenido la idea de que hay millones de formas de evaluar el proceso enseñanza- aprendizaje y que no sólo son útiles los tan temidos exámenes (también por las profes que después tenemos que corregir y calificar). Así pues, ayer el grupo de 2º ESO en el que imparto Lengua y Literatura, tuvieron un EXAMEN GLOBAL, en donde una de las cuestiones más importantes era crear un texto lírico.

En esta ocasión, les invité a subirse a la nave de Ulises y vivir, en parte, una de las aventuras de su Odisea. En esta ocasión, nos sirvió una adaptación de un texto narrativo sobre el episodio de las sirenas.

¿Y qué sucedió? Sucedieron cosas maravillosas como estas:



El mar adornado con barcos,
con música de las sirenas.
Ulises, junto al mástil atado, 
grita con todas sus fuerzas.

Los marineros reman sin control
huyendo de ese lugar.
En cada remada dejan el corazón
en el barco, en el mar...

A Ulises no le quedan fuerzas.
Pide, por favor, que lo desaten, 
que le quiten las cuerdas...
¡Y que las sirenas no canten!

Los marienros no lo escuchan,
siguen remando sin parar.
¡No se quedan mudas,
cantan sin parar!

Paula Lahoz




¡Oh, qué bellas canciones!
¡Levantan el ánimo a todos aquellos
que las mencionen!
Si por mí fuera,
estarían hasta en los aviones.

¡Oh traicioneras sirenas!
¡Malvadas brujas!
Al mar quieren que te caigas
si no las escuchas...

Claudia Soravilla



¡Escuchadlas!
Es como volar,
como el aolor a azahar.
Cantad conmigo
esta canción,
compañeros míos.

¡Sirenas, nadad!
Y llevadme a aquella isla,
llevadme al paraíso.
¡Llevadme con vosotras!

Eva Encabo



Y yo oía esos cánticos,
sí; esos cánticos que emprendían
dulzura y pasión-
¡Oh, pobre de mí!
No pude escuchar cona tención,
mas mis compañeros decías:
-¡Remad, remad!
¡Y al final podremos llegar!

Laura Muñoz




Un fino hilo de voz
entraba por mis orejas.
Eran ellas: las sirenas.
Nadie las podía escuchar
excepto yo, atado a este mástil.

Cada vez más débil.
Gritaba sin control:
-¡Soltadme, debo huir allí!
Mis compañeros me ataban 
más fuerte...
Las cuerdas me atrapaban.

Lucía García


Yo, Odiseo,
a las sirenas escuchar,
tengo de culpa un sentimiento
al privarles del agrado
de este hermoso cantar.

Mas no lo es tanto al recordar:
¡de manos y pies estoy atado!
¡Sin poder ni respirar!

Por su canto es admirado
y por su melodía.
¡Me siento enloquecido
al no poder quedarme más!
Pues navega mi navío.

Víctor Modrego

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