La novela de Rómulo Gallegos Doña Bárbara, no es sino una
manifestación de lo que se venía conociendo desde el Facundo de Sarmiento como la lucha entre civilización y barbarie.
En esta ocasión, el contexto que se nos presenta es el de la problemática
socioeconómica que se vive en Venezuela hacia 1922, fecha de publicación de la
novela que nos ocupa.
Esta
pretensión del autor, nos lleva a encontrarnos una narración cargada de
simbolismo político que realiza a través de los personajes y de las
descripciones detalladas del paisaje. De esta forma, hemos considerado
oportuno, en primer lugar, tomar algunos de los personajes más importantes de
la novela y, posteriormente, analizar algunos otros aspectos que ayudan a
completar esta simbología política tan interesante para que la novela
trascienda en el tiempo.
Para
comenzar, tomaremos los personajes que se nos presentan con rasgo positivos. Santos Luzardo es el abogado
protagonista que regresa a sus orígenes para vender la finca familiar. Su
nombre nos evoca la luz y la santidad, ideas que estarán presentes en su
trayectoria narrativa. Será quien encarne el progreso y la esperanza en el
futuro a través de la modernización que pretende llevar en su explotación
ganadera. Este criollo consigue restaurar el orden alterado de una forma
pacífica, aunando posturas muy divergentes inicialmente como son civilización y
barbarie. Esta visión positiva y utópica de Luzardo está estrechamente
relacionada con otro personaje: Marisela.
Esta joven es la hija ilegítima de Doña Bárbara, y por tanto, representa la
barbarie. Sin embargo, se va transformado con la acción civilizadora de
Luzardo. Su nombre simboliza el mar que, junto con la luz (Luzardo) dan vida a
la alegoría de las ideas reformistas que el autor quiere plasmar en la novela y
que se llevan a cabo a través de la educación.
El
simbolismo político de esta labor educativa es muy fuerte en toda la narración
y de ello encontramos ejemplos ya desde los títulos de los capítulos. De esta
forma, en “Los amansadores” se nos describe la doma de un potro que simboliza
el alma salvaje de Marisela que, finalmente, será amansada y reeducada. Por
otro lado, “La bella durmiente” es otro de los capítulos que hace referencia a
esta alma dormida de la joven que ha despertado gracias al amor que siente a
Santos Luzardo y de su intención reformista.
Frente
a estos personajes se encuentra Doña
Bárbara que simboliza la barbarie. Esta mujer de carácter seductor y
destructivo, encarna los valores negativos de América. Se nos presenta como un
personaje cerrado y embrutecido, una mujer que se rebela en un mundo dominado
por hombres y que se vale de hechicerías y supersticiones para conseguir sus
propósitos. Es el arquetipo de latifundista hispanoamericano que ejerce su
influencia desde la finca “El Miedo”. En el capítulo “Los rebullones” el autor
utiliza este título como símbolo del mal carácter de Doña Bárbara, ya que hace
alusión a unos pájaros fantásticos con esa característica. Pese a esta visión
negativa que se nos ofrece de ella desde comienzo de la novela, es capaz de
darse cuenta de la realidad cambiante y en su último paseo será consciente de
ello con una alusión al tópico clásico Tempus
Fugit: Las cosas vuelven al lugar de donde salieron, es decir, todo vuelve
a la calma inicial.
Junto
a Doña Bárbara aparecen sus peones, todos ellos con las mismas connotaciones
negativas de bárbaros, violentos y rudos. Sin embargo, tendrá una caracterización
especial Guillermo Danger. Este
norteamericano que inicialmente era cazador de caimanes y después ganadero (o
ladrón de ganado) simboliza la civilización. Sin embargo, la visión política
que nos presenta es totalmente negativa: Es un explotador y oportunista; es
corrupto y degrada todo aquello con lo que tiene contacto. No es sino la visión
de la presencia incipiente y corrupta de EE. UU en Hispanoamérica, por
supuesto, como una forma de Imperialismo negativa desde el nombre del personaje
en cuestión: Mr. Danger (Sr. Peligro).
Por
otro lado, tenemos espacios físicos en la novela dotados de un gran simbolismo
nominal: Altamira y El Miedo. La primera de estas fincas es
la propiedad de Luzardo, mientras que la segunda es la de Doña Bárbara. No son sino
una alegoría del bien y del mal, respectivamente.
La
procedencia del nombre de Altamira puede llevarnos a dos
interpretaciones: la primera de ellas la que hace referencia a las cuevas
prehistóricas cántabras, por lo que sería algo así como una hipérbole de la
Antigüedad; la segunda, sería entender que el término procede de “alta-mira”,
lo que haría alusión a la actitud reformadora del autor y, por tanto, a la
modernidad. De esta forma, se unen lo antiguo con lo moderno que no es otra
cosa que la utopía con la que sueña Santos Luzardo y que no es más que, en
definitiva, la reencarnación de América que anhela Rómulo Gallegos.
El
Miedo, en cambio, sería todo lo negativo que conlleva la barbarie y, en
definitiva, lo que encarna el personaje de Doña Bárbara. Sin embargo y, como ya
hemos mencionado, el bien triunfará sobre el mal.
De
esta forma, la dureza que supone la vida en el llano y la lucha constante de
los personajes para su supervivencia está presente constantemente en la
narración. El hombre es capaz de fundirse con la naturaleza y con otros seres
para adaptarse al medio en el que viven. Es así como los caracteres de los
personajes evolucionan y se modifican a través de la justicia, la educación y
el bien. Por tanto, la visión positiva que se nos presenta en Doña Bárbara difiere mucho de otras
novelas como La vorágine, donde la
selva te acaba arrastrando.
Rómulos
Gallegos ve que es posible que el hombre cambie y se adapte al entorno de una
forma pacífica y renovada, aunando el esfuerzo y el trabajo de toda la sociedad
y conformar así una nación como declara al final de la novela: ¡Llanura venezolana! ¡Propicia para el
esfuerzo como lo fue para la hazaña, tierra de horizontes abiertos, donde una
raza buena, ama, sufre y espera! […].
muy buen argumento, GRACIAS
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