lunes, 23 de mayo de 2016

EL RENACIMIENTO: UNA NUEVA MIRADA AL MUNDO CLÁSICO.


Con una matriz común a la Edad Media surge el Renacimiento que tiene sus raíces en la época medieval aunque su principal pretensión en hacer renacer la cultura grecolatina a través de modelos artísticos, políticos, etc. Este movimiento se inicia en Italia durante la primera mitad del S.XIV y dejó una importante huella en todas las disciplinas europeas. En la misma época del Renacimiento, empieza a desarrollarse esa caracterización tétrica de la Edad media, periodo de crisis entre la civilización clásica y su resurgir en el Renacimiento. Para muchos, se fija entre el S.XIII-XIV.

Por otro lado, cabe mencionar que las obras de los clásicos y su influencia se dan en la Literatura de la Europa occidental de tres formas diferentes. La primera de ellas es a través de la traducción; otra sería a través de la imitatio, siguiendo el modelo en lengua clásica o, bien, intentando trasladarlo a su propia lengua. La tercera forma de influjo del mundo clásico se da a través de la emulación de estos, ya que intentan crear obras de gran  nivel, aunque no todos lo consiguen de igual forma.
          Sin embargo, durante el Renacimiento el factor más importante será el de la traducción ya que, entre otros asuntos, se comienzan a traducir las grandes obras de los clásicos que, hasta entonces, habían quedado ocultadas.
          Esta tarea de traducción ya la había comenzado en la Edad Media Alfonso X en su Escuela de Traductores de Toledo. El afán de este monarca por dar a conocer los grandes textos del pasado, pasa por su Crónica General y su General estoria, donde utiliza conocimientos extraídos de historiadores clásicos como Suetonio o Plinio y de poetas como Lucano, Estacio y Ovidio.

        
  Para poder traducir a los clásicos, los traductores debían conocer el latín, lengua que se introdujo por diferentes canales. Uno de ellos fue que muchas palabras latinas y griegas se naturalizaron entre las lenguas romances como el francés, adaptándose para un uso más adecuado. Además los autores del Mester de Clerecía también latinizaron su propio idioma.
         En el caso de España, debemos mencionar la importancia de Fernando de Herrera y Luis de Góngora, quienes utilizaron un castellano plagado de latinismos y grecismos. El inglés, por otro lado, también adoptó voces grecolatinas para denominar actividades profesionales y términos religiosos y políticos.
          La introducción de este léxico en francés, inglés y español, dotó a estas lenguas de una mayor flexibilidad y riqueza, característica que se iría acomodando durante todo el Renacimiento. Además, el simple hecho de traducir textos clásicos, también hizo posible que se fuesen asimilando algunos recursos estilísticos grecolatinos como el clímax, el apóstrofe o la antítesis. Este hecho, estimuló gratamente a los autores renacentistas, que pronto empezaron a adoptar en sus obras los modelos clásicos.
          Una de las obras que se encuentra en este aparatado es la Poética de Aristóteles, que fue desconocida hasta el S.XVI, casi en su totalidad. A partir de entonces las traducciones al latín fueron numerosas, aunque fue poco común que se tradujese a las lenguas modernas. La primera traducción al italiano en época renacentista fue la que realizó Bernardo Segni en Florencia en 1549.
          Luciano y Teócrito también fueron traducidos, el primero en italiano, y el segundo en alemán, considerándose así uno de los autores más influyentes del momento en territorios germánicos.

          Fueron traducidos los novelistas griegos, las cartas de Cicerón y, como no, los grandes poetas latinos: Las Bucólicas de Virgilio y las Geórgicas contaron con varias traducciones en castellano; y las Odas de Horacio también fueron una obra predilecta para las traducciones en lengua española.

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