martes, 29 de marzo de 2016

LA IMPORTANCIA DE LA TRADUCCIÓN EN LA RECEPCIÓN DE LAS OBRAS CLÁSICAS DURANTE EL RENACIMIENTO.

       Las obras de los clásicos y su influencia se dan en la Literatura de la Europa occidental de tres formas diferentes. La primera de ellas es a través de la traducción; otra sería a través de la imitación, siguiendo el modelo en lengua clásica o, bien, intentando trasladarlo a su propia lengua. La tercera forma de influjo del mundo clásico se da a través de la emulación de estos, ya que intentan crear obras de gran  nivel, aunque no todos lo consiguen de igual forma.

          Sin embargo, durante el Renacimiento el factor más importante será el de la traducción ya que, entre otros asuntos, se comienzan a traducir las grandes obras de los clásicos que, hasta entonces, habían quedado ocultadas.
          Esta tarea de traducción ya la había comenzado en la Edad Media Alfonso X en su Escuela de Traductores de Toledo. El afán de este monarca por dar a conocer los grandes textos del pasado, pasa por su Crónica General y su General estoria, donde utiliza conocimientos extraídos de historiadores clásicos como Suetonio o Plinio y de poetas como Lucano, Estacio y Ovidio.
       
   Para poder traducir a los clásicos, los traductores debían conocer el latín, lengua que se introdujo por diferentes canales. Uno de ellos fue que muchas palabras latinas y griegas se naturalizaron entre las lenguas romances como el francés, adaptándose para un uso más adecuado. Además los autores del Mester de Clerecía también latinizaron su propio idioma.
          En el caso de España, debemos mencionar la importancia de Fernando de Herrera y Luis de Góngora, quienes utilizaron un castellano plagado de latinismos y grecismos. El inglés, por otro lado, también adoptó voces grecolatinas para denominar actividades profesionales y términos religiosos y políticos.
         

La introducción de este léxico en francés, inglés y español, dotó a estas lenguas de una mayor flexibilidad y riqueza, característica que se iría acomodando durante todo el Renacimiento. Además, el simple hecho de traducir textos clásicos, también hizo posible que se fuesen asimilando algunos recursos estilísticos grecolatinos como el clímax, el apóstrofe o la antítesis. Este hecho, estimuló gratamente a los autores renacentistas, que pronto empezaron a adoptar en sus obras los modelos clásicos.

 Épica.
          Tras la traducción de los poemas de Homero, el modelo de la épica se expandió entre los círculos poéticos de la época. El Marqués de Santillana tradujo la Ilíada al castellano; Jean Samxon lo hizo al francés; Lorenzo Valla al italiano; en alemán fue Simon Schaidenreisser quien tradujo la  Odisea y en castellano Gonzalo Pérez. La Eneida virgiliana, del m ismo modo, empezaría a ser traducida en varias lenguas de la Europa occidental.
          De nuevo, debemos nombrar a Alfonso X El Sabio, quien introdujo en su General estoria traducciones de Lucano y de las Metamorfosis ovidianas.

 Historia.
          El italiano Lorenzo Valla traducirá del griego al latín las obras de Herodoto y de Tucídides, que fueron la base para futuras traducciones en lengua romance.
          Carlos V de Francia mandó traducir al francés los Comentarios de César y a Suetonio. Al español, fueron traducidas por Juan Fernández de Heredia las Vidas paralelas de Plutarco y la Guerra de las Galias de César y Pedro Simón Abril traduciría a Tácito.

Filosofía.
          Las obras filosóficas más traducidas durante el Renacimiento fueron las de Aristóteles, entre otros asuntos, porque muchas de ellas fueron redescubiertas en este  momento. Sin embargo, existieron muchas traducciones latinas de los diálogos de Platón.
          En tiempo de Carlos V de Francia se tradujeron al francés la Ética y la Política de Airstóteles, como también lo fueron los diálogos De la amistad y De la vejez de Cicerón. Los Tratados morales de Plutarco, en cambio, lo fueron en inglés.
          El caso de las obras de Séneca es más significativo, puesto que fue Erasmo quien tradujo del latín sus tratados morales, aunque ya contaban con mucha difusión en latín durante toda la Edad Media.

Teatro.
          La traducción de obras teatrales fue escasa y fragmentaria. Esquilo, Aristófanes, Sófocles y Eurípides no contaron casi con traducciones en lenguas modernas. En cambio, Plauto contará con más adeptos que los anteriores ya que el gusto por sus comedias fue mayor en tiempos del Renacimiento.
          En cuanto a las obras trágicas, tenemos constancia de una primera traducción versionada de Medea, Tiestes Las Troyanas de Séneca al catalán a manos de Antonio Vilaragut.

Oratoria.
          En el campo de la oratoria, destacan la traducción de las Olintias de Demóstenes al francés y al inglés y las tres obras de Isócrates, quien contó con una gran aceptación durante el Renacimiento.

Obra menores.
          Una de las obras que se encuentra en este aparatado es la Poética de Aristóteles, que fue desconocida hasta el S.XVI, casi en su totalidad. A partir de entonces las traducciones al latín fueron numerosas, aunque fue poco común que se tradujese a las lenguas modernas. La primera traducción al italiano en época renacentista fue la que realizó Bernardo Segni en Florencia en 1549.
          Luciano y Teócrito también fueron traducidos, el primero en italiano, y el segundo en alemán, considerándose así uno de los autores más influyentes del momento en territorios germánicos.
          Fueron traducidos los novelistas griegos, las cartas de Cicerón y, como no, los grandes poetas latinos: Las Bucólicas de Virgilio y las Geórgicas contaron con varias traducciones en castellano; y las Odas de Horacio también fueron una obre predilecta para las traducciones en lengua española.

No hay comentarios:

Publicar un comentario