Consideramos esencial tomar como punto de
partida para este capítulo la idea de ciudad que desarrolló Platón en su República y en Las leyes, de este modo deberemos retomar algunas de sus ideas
filosóficas para poder encuadrar el concepto utópico de la educación platónica.
Platón
considera que estamos sumidos en una caverna oscura, encadenados de espaladas
al mundo y donde nuestro único conocimiento es el que nos llega a través de sombras
e imágenes deformadas de la realidad.
Sólo podrán dejar atrás el Mundo de
las Sombras y ascender hasta el Mundo de las Ideas aquellas personas que sean capaces de conocer,
de pensar y de no basarse en las opiniones, por lo que será imprescindible la
educación del ciudadano. Esta será la única forma de alcanzar las ideas
supremas de Bien, Justicia, Belleza, etc. A partir de este mito, Platón
configura toda su Filosofía.
Muestra la ciudad de Atenas como una
organización sumida en las sombras, prisionera de la ignorancia de los
gobernantes y de la ciudadanía. Es una ciudad-caverna sin luz, sin Justicia.
Del mismo modo, en relación a la
adquisición de conocimientos todos deben poseerlo, aunque no al mismo nivel. Es
decir, no toda la ciudadanía está capacitada para realizar las mismas tareas.
Existirán saberes más prácticos propios de la producción, necesarios para
nutrir a la ciudad de bienes materiales; otros serán quienes defiendan la
ciudad por su fortaleza y valentía; y sólo unos pocos, podrán ser quienes nos
gobiernen puesto que serán los únicos que poseerán conocimientos necesarios
para instaurar el bien común y la Justicia.
Es
por ello, que Platón defiende la educación
obligatoria para toda la ciudadanía, y que serviría para hacer una
selección de los mejores para gobernar la polis. La relación, por tanto, entre
la teoría del conocimiento y la organización política y la sociedad platónica
no pueden entenderse la una sin la otra.
La
Educación es entendida como Platón como un instrumento de liberación
individual, una forma de abandonar la oscuridad cavernaria y poder ir
ascendiendo de la caverna. Sin embargo, también la concibe como un instrumento
específico para la formación de los gobernantes: los Filósofos, que se sitúan
como una élite del saber, cuyos planteamientos se basarán en el razonamiento.
Por tanto, esta ciudad ideal debería estar gobernada por una aristocracia del
saber muy alejada del linaje o la herencia familiar. Otro de los conceptos a
tener en cuenta es el de la eugenesia que, aunque resulte bastante
controvertido, es necesario para la sociedad justa platónica ya que considera
que sólo deben ser los mejores quienes se
acoplen con las mejores, y los peores al contrario (Platón, 1997, 122). De
esta forma, se puede hablar de selección
de castas dominantes (Salgado, 2012).
Por
este motivo, la igualdad de la mujer
es otro de los pilares fundamentales de su teoría política y social. Suponía
una propuesta revolucionaria para la época, pero Platón creía que no existe
ninguna tarea en la polis específica para hombres o para mujeres, como deja
patente en este fragmento de La República:
-
¿Y
no conoces algún oficio ejercido por seres humanos en el cual no aventaje en
todos esos aspectos el sexo de los hombres al de las mujeres¿ ¿O vamos a
extendernos hablando de la tejeduría y del ciudadano de los pasteles y guisos,
menesteres para los cuales parece valer algo el sexo femenino y en los que la
derrota de este sería cosa ridícula cual ninguna otra?
(…)
-
Por
tanto, querido amigo, no existe en el regimiento de la ciudad ninguna ocupación
que sea propia de la mujer como tal mujer, ni del varón como tal varón, sino
que las dotes naturales están diseminadas indistintamente en unos y otros
seres, de modo que la mujer tiene acceso por su naturaleza a todas las labores,
y el hombre también a todas; únicamente que la mujer en todo es más débil que
el varón. (Platón, 1997, 122-123).
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