Francisco
de Quevedo Villegas nació en Madrid y participó activamente en la Corte y en
las intrigas de la misma, por las que fue desterrado y condenado a tres años de
cárcel. Destacó no sólo por sus actividades poéticas, sino también por las
políticas. La obra de Quevedo destaca por su originalidad, tanto en los temas
como en el uso de la lengua. Fue el máximo exponente del estilo conceptista.
El poeta madrileño nunca alcanzó,
positivamente, ni gran fortuna ni posición social consolidada. Al mismo tiempo,
recluye y aísla su intimidad hasta utilizar contra sí su propia miopía o su
cojera, que se levantan como irónica barrera contra los ataques satíricos de
los demás. Debemos añadir que el egocentrismo quevediano es incapaz de desplazarse
a vidas ajenas, a crear personajes de calor humano. Pero, en contrapartida, su
agudísima mirada bucea en sí mismo y en la miserable condición del hombre, sin
paliativos y sin adornos sensoriales. Podemos decir que nos situamos ante una
obra conflictiva, donde las tensiones cultural y vital se unen. De tal manera,
que la distensión anímica podrá explicar en parte el contraste de temas y
motivaciones, tan barrocamente significativo.
Quevedo, ausente de luz y de color,
bucea cerebralmente en el contraste lingüístico que los juegos verbales del
conceptismo le ofrecen. Escribió mucha poesía y prosa y se caracterizó por los
contrastes propios de la época. Su lenguaje es culto y popular y hace uso de un
tono grave y burlesco. Pese a que fue famosos antes de su muerte (sus
composiciones se transmitían en manuscritos) la publicación de sus obras se
produjo con posterioridad.
En la obra que hemos utilizado como
referencia para exponer estas ideas, los Poemas
Escogidos2, José Manuel Blecua optó por clasificar los poemas
aquí recogidos en cuatro bloques, de los cuales analizaremos detenidamente los poemas
satíricos y burlescos como ejemplo de sátiras en la literatura barroca
española.
En las siguientes líneas nos centraremos en las de índole satírico- burlesca aunque no
debemos dejar al margen otros temas de su poesía como los temas graves: los
metafísicos sobre el sentido de la vida, la muerte o el paso del tiempo, temas
claves en el Barroco; los poemas morales que versan sobre el poder o la
fortuna; los poemas amorosos en los que combina tópicos petrarquistas y su
apasionamiento personal, logrando así una expresividad increíble.
Dentro de su lírica poesía considerada
como juego de ingenio, podemos hablar de los poemas satíricos que destacan por
la experimentación lingüística, su visión crítica de la sociedad y la perspectiva
burlesca y disparatada. No debemos olvidarnos que en su poesía burlesca los
temas son de lo más variados y nos ocuparemos de analizarlos detenidamente.
Para finalizar estas notas, debemos
remarcar que la poesía quevediana cuenta con múltiples vertientes: la
patriótico-moral, la amorosa y la satírico-burlesca, donde fustiga los peligros
de la ciudad, las costumbres femeninas, la ambición de poder, etc.
Sin embargo, la pretensión de estas líneas es desarrollar algunos aspectos del trabajo de Ignacio
Arellano La poesía satírico burlesca de
Quevedo: coordenadas esenciales.3
Como podemos comprobar en los poemas
de esta índole, hay una serie de temas que podrían denominarse obsesivos dentro de la obra de Quevedo.
Nos encontramos así con composiciones que degradan la condición femenina y la
figura de la mujer anciana, que siempre va a ser caricaturizada. Lo apreciamos
claramente en composiciones como:
Vieja roñosa, pues te llevan, vete;
No
vistas al gusano de confite,
Pues
eres ya varilla de cohete.
Y hueles a cisco y alcrebite,
Y
la podre te sirve de pebete,
Juega
con tu pellejo al escondite.4
Se burla del amor y los casamientos
ridículos que siempre terminan en cuernos. Hay numerosos ejemplos de este tema
pero podemos ejemplificarlo con la letrilla que comienza:
Que
te la preste el ginovés
Al
casado su hacienda;
Que
al dar a su mujer por prenda,
Preste
él la paciencia después;
Que
la cabeza y los pies
Le
vista el dinero ajeno.5
Por otro lado, debemos hacer
referencia a la misoginia que se vislumbra en los poemas del madrileño y que
más detalladamente analizaremos en las siguientes páginas.
Como bien indica Arellano, Quevedo
realiza una crítica voraz a los festejos de su tiempo como toros, romerías… y a
todo cuyo origen sea popular. Del mismo modo, podemos encontrar interesantes
sátiras contra la organización social del momento. Analizaremos ataques contra
el dinero, la falsa nobleza o la estratificación tradicional. Entre otras
composiciones podemos destacar la letrilla satírica cuyos primeros versos son:
Pues
amarga la verdad,
Quiero
echarla de la boca;
Y
si l´alma su hiel toca,
Esconderla
en necedad.6
Aunque, sin duda alguna, de lo que más
constancia ha quedado han sido de sus caricaturas a personajes coetáneos como
su rival poético, Luis de Góngora. El soneto más conocido sobre este tema es Érase un hombre a una nariz pegado7.
En estos ataques personales no sólo aparecerán narigudos, sino que también
encontramos calvos, mosquitos…
Los temas de la poesía satírico
burlesca de Quevedo son muy variados y están muy definidos, como veremos en las
siguientes páginas. No debemos olvidar que, gracias a este poeta, la poesía de
esta índole gozó de un mayor protagonismo en la Historia de la Literatura
Española.
Quevedo nos muestra, pues, su
visión de la mujer desde una perspectiva misógina, por lo que podemos pensar que tiene muy
presente el mito de Pandora que considera que lo femenino trae el mal consigo.
Así pues, nos presenta diferentes tipos de mujer, aunque ninguna de ellas
destaca por posees características positivas.
Comenzaremos
con las caricaturas que realiza a las viejas. Critica la utilización de
productos cosméticos para enmascarar su senectud porque por su belleza ya no
puede hacerse nada. Este tema lo vemos recogido en versos como:
Tú
juntas, en tu frente y tu cogote,
Moño
y mortaja sobre seso orate;
Pues,
siendo ya viviente disparate,
Untas
calavera en almodrote.8
En el soneto, con la misma crueldad
que en los versos anteriores, le dice a la anciana que no vista el gusano de confite 9, haciéndole ver cuál
será su fin inmediato. No va a ser la única caricatura de este tipo que nos
encontramos. De una forma similar, va a describir a la mujer de un abogado. En
el siguiente fragmento vemos cómo, a base de chistes, elabora esta cruel y
satírica descriptio puellae:
No cara, sino Carón,
El
barquero del abismo;
De
la capacha del diablo,
Andadera
de espartillo;
El cabello como el don,
Para
no decir postizo,
Negro
de él, pues acompaña
Dentro
en Sevilla a Calvino.10
Pero
Quevedo no tiene suficiente con esto, sino que la considera una criatura
demoníaca:
Mas
yo me parto a buscar
Quien
conjure basiliscos
Por
si a sacaros del mundo
Pueden
valer exorcismos. 11
Hay que tener presente que su
misoginia va a centrarse, del mismo modo, en mujeres más jóvenes que va a
comparar con las anteriormente citadas. Encontramos otras descriptio puellae satíricas como la que aparece en el soneto donde
hemos extraído estos versos:
Malas machas tenéis en ese cuero;
Lo
rubio es de candil, no de candelas;
La
cara, en fin, de lamprea un harnero.12
Todo
el tiempo observamos cómo Quevedo juega en sus composiciones con el lenguaje.
Son chistes fáciles de comprender pero perfectamente trabajados.
La visión de la mujer en la poesía
quevediana cuenta con otros rasgos como es la comparación de las féminas con
las serpientes. Es una reminiscencia Eva
quien, engañada por la serpiente, embaucó a Adán para que probase el pecado.
Esta idea aparece en versos como los siguientes:
Una
picaza de estado,
Entre
mujer y serpiente,
Pantasma
de las doncellas
Y
gomia de los billetes.
(…)
Con
su lengua de escorpión
Esto
le dijo a un pobrete.13
Está
equiparando a la mujer con la serpiente y el escorpión, ambos símbolos
ofidianos que contienen veneno y, por tanto, son dañinos para el hombre. Estas
imágenes se repiten obsesivamente en sus burlas machistas.
No
contento con ello, se apunta un rasgo más que incluye en su tópico de mujer y
se vislumbra en los versos:
La morena que yo adoro
Y
más que a mi vida quiero,
En
verano toma el acero
Y
en todos los tiempos el oro.14
Del
mismo modo, encontramos numerosas burlas al matrimonio ejemplificándolo con
casamientos ridículos que siempre terminan en cuernos. Esta situación se da
porque el único cometido de la fémina es el casamiento y si tienen buena dote,
no tendrán ningún problema para alcanzar tal propósito. Lo vemos planteado en
el soneto que comienza Trataron de casar
a Dorotea 15. Quizás, debido a esa obsesión, Quevedo equipara a
todo lo que rodea al deseo femenino como una plaga como bien nos comenta el
propio poeta: Mujer que dura un mes, se
vuelve plaga.16
En
la mayoría de los casos, estos matrimonios absurdos terminan en cuernos como se
nos muestra en algunos sonetos: ¿Es más
cornudo el Rastro que mi agüelo?17, Cubriendo
con cuatro cuernos18… E, incluso, llega a presentar estas
descripciones en boca de las propias mujeres:
Sabed,
vecinas,
Que
mujeres y gallinas
Todas
ponemos:
Unas
cuernos y las otras huevos.19
En
resumen, Quevedo considera a las mujeres, desde el comienzo de los tiempos,
como enemigas acérrimas del hombre. No son castas, se aprovechan del hombre,
son adúlteras… hasta su muerte. Estos pensamientos suponen una constante en su
temática satírica y burlesca.
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2. Quevedo, Francisco de; Poemas Escogidos, Ed. José Manuel Blecua. Madrid, Castalia, 1989.
3. Arellano, Ignacio: “La poesía satírico burlesca de Quevedo: coordenadas esenciales” en Francisco de Quevedo: una creación pedagógica e innovadora. Barcelona, Anthropos, 2001.
4. Quevedo, Francisco de; Poemas Escogidos, Ed. José Manuel Blecua. Madrid, Castalia, 1989, pág. 202.
5. Ibidem, pág. 232- 234.
6. Ibidem, pág. 219.
7. Ibid., pág. 188.
8. Ibidem, Pág. 202.
9. Ibid.
10. Ibid., pág. 300- 301.
11. Ibidem, pág, 304.
12. Ibid., pág. 207.
13. Ibid., pág. 268.
14. Ibidem, pág. 223.
15. Ibid., pág. 192-193.
16. Véase nota 15.
17. Ibid., pág. 209.
18. Ibid., pág. 284.
19. Ibid., pág. 212.
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