miércoles, 16 de marzo de 2016

LA VOCACIÓN PEDAGÓGICA DE ODÓN DE BUEN



    Esta no es la primera entrada (ni tampoco será la última) que dedique a este gran hombre: Odón de Buen. En esta ocasión quiero poner de relieve su faceta pedagógica, muy novedosa para su tiempo y cuya metodología comparto: nada de clases magistrales y clases lo más prácticas posibles para que el alumnado pueda experimentar con su entorno y con los contenidos a aprender. Sin duda alguna, un modelo basado en el de la Institución Libre de Enseñanza y muy ligado al librepensamiento y al laicismo. ¡¡Espero que sea un grato descubrimiento para quienes no conozcáis esta faceta del zufariense!!




            El afán básico de Odón de Buen fue la enseñanza, no sólo en su faceta docente, sino también como pedagogo. Esta época de fin de siglo se caracterizó, entre otros aspectos, por la aparición de numerosos corrientes pedagógicas renovadoras. El ejemplo más claro es la Institución Libre de Enseñanza que fue fundada en 1876 en Madrid por Francisco Giner de los Ríos., Nicolás Salmerón y Gumersindo Azcárate, entre otros. El objetivo de esta corriente era defender la libertad de cátedra, desligándose así de los dogmas religiosos, políticos y morales, algo de lo que la prensa de le época y de principios del S.XX se hicieron eco en varias ocasiones:
Se debe la fundación de este Instituto, en el año 76, al esfuerzo de varios catedráticos, separados de sus clases a consecuencia de su protesta contra los decretos de Instrucción pública de 1875, y con el sólo concurso de la acción particular, es una Corporación privada, sin subvención oficial alguna y “completamente ajena a todo espíritu e interés de comunión religiosa, escuela filosófica, o partido político”.
En armonía con su origen, comenzó por ser un Centro de estudios universitarios, a que se unieron, como base, los de segunda enseñanza; mas la experiencia, adquirida a poco, de los obstáculos con que lucha en nuestro país la educación general, puso de manifiesto la exigencia de una reforma profunda, que no podía cimentarse sino en la Escuela primaria. Creóse, pues, en 1878 una Escuela inspirada en las ideas pedagógicas modernas, y con éxito tan evidente, que ese ensayo fue en origen de una larga serie de innovaciones, con objeto de extender a la segunda enseñanza iguales beneficios y de infundir en la superior, andando el tiempo, principios más racionales y más homogéneos con los de ambas. (Carreteto, 1901, 1-3)

Los principios pedagógicos básicos de esta institución educativa se basaban, entre otros, en la educación de cualquier género y condición social. Además, su propuesta se sostenía en enseñar aprendiendo a trabajar, algo muy moderno y que podría relacionarse con algunas de las competencias básicas del currículo actual; proponían como metodología las excursiones escolares para aumentar el saber y alcanzar un mayor progreso intelectual, por lo que la cooperación con las familias era indispensable.
La pretensión que subyacía a esta nueva pedagogía era la de arrancar de manos de la Iglesia el monopolio que ésta tenía sobre la enseñanza, aunque también la educación laica debía sufrir cambios considerables como constata Odón de Buen en sus Memorias:
Fui siempre partidario de la enseñanza laica y enemigo irreconciliable de la escuela oficial española, ayuna de un buen plan pedagógico, rutinaria, arcaica en procedimientos, en material, en locales, y con un personal reclutado en una lección al revés, confesional en exceso y deficiente en enseñanzas ciudadanas, fuera de las realidades de este mundo por pensar demasiado en el otro mundo.


Pero tampoco me placían las escuelas laicas que se creaban generalmente a cargo de curas renegados o de maestros perseguidos, que pretendían fundar su sostenimiento halagando a los extremistas con tendencias antirreligiosas o excesos anticlericales, sin locales sanos, ni libros apropiados, también rutinarios en el plan y muy pobres en medios. (De Buen, 1943, 95)

Y aunque la ILE 2   se erigió coom el centro de la cultura y la pedagogía más moderna en España hasta el comienzo de la Guerra Civil, aparecieron otros movimientos de liberación pedagógica en Cataluña que continuaban su. Un ejemplo de ello fue la Escuela Moderna de Ferrer i Guardia, con la que Odón de Buen mantuvo estrechas relaciones. Esta escuela se inauguró en 1901 en Barcelona y se relacionó directamente con los movimientos anarquistas que a principios de siglo se dieron en la ciudad condal. Sus objetivos suponían una renovación total de la enseñanza, fundamentados en los que la ILE había propuesto años antes, proponiendo el siguiente programa:
La misión de la Escuela Moderna consiste en hacer que los niños y niñas que se le confíen lleguen a ser personas instruidas, verídicas, justas y libres de todo prejuicio. Para ello, sustituirá el estudio dogmático por el razonado de las ciencias naturales.
Excitará, desarrollará y dirigirá las aptitudes propias de cada alumno, a fin de que con la totalidad del propio valer individual no sólo sea un miembro útil a la sociedad, sino que, como consecuencia, eleve proporcionalmente el valor de la colectividad.
Enseñará los verdaderos deberes sociales, de conformidad con la justa máxima: No hay deberes sin derechos; no hay derechos sin deberes.
En vista del buen éxito que la enseñanza mixta obtiene en el extranjero, y, principalmente, para realizar el propósito de la Escuela Moderna, encaminado a preparar una humanidad verdaderamente fraternal, sin categoría de sexos ni clases, se aceptarán niños de ambos sexos desde la edad de cinco años.
Para completar su obra, la Escuela Moderna, se abrirá las mañanas de los domingos, consagrando la clase al estudio de los sufrimientos humanos durante el curso general de la historia y al recuerdo de los hombres eminentes en las ciencias, en las artes o en la lucha por el progreso.
A estas clases podrán concurrir las familias de los alumnos.
Deseando que la labor intelectual de la Escuela Moderna sea fructífera en lo porvenir, además de las condiciones higiénicas que hemos procurado dar al local y sus dependencias, se establece una inspección médica a la entrada del alumno, de cuyas observaciones, si se cree necesario, se dará conocimiento a la familia para los efectos oportunos, y luego otra periódica, al objeto de evitar la propagación de enfermedades contagiosas durante las horas de vida escolar. (López, 2011, 8)

Este ideario se aproximaba bastante al de Odón de Buen, no tanto por sus relaciones con el anarquismo como por el interés pedagógico y científico del proyecto:
Excusado es, por consiguiente, decir que en la Escuela Moderna tendrán representación proporcionada todos los conocimientos de carácter científico, servidos por los más progresivos métodos que hoy conoce la Pedagogía, así como por los instrumentos y aparatos que son las alas de la ciencia y el medio conductor más potente para obrar en la inteligencia de los educandos.
Como la más compendiosa fórmula se puede decir que las lecciones de cosas sustituirán allí a las lecciones de palabras, que tan amargos frutos han dado en la educación de nuestros compatriotas.
Basta echar una ojeada por las modestas salas de aquel establecimiento incipiente para convencerse de que ofrecen condiciones a propósito para cumplir tan valiosa promesa. El material, tan descuidado en la enseñanza de nuestro país, tanto oficial como privada, se halla en la nueva Escuela representando por láminas de fisiología vegetal y animal, colecciones de mineralogía, botánica y zoología; gabinete de física y laboratorio especial; máquina de proyecciones alimenticias, industriales, minerales, etcétera; con cuyos auxiliares y la dirección esmerada de profesores empapados del espíritu de nuestro tiempo. […] (Ibídem, 94-96)

El propio zufariense confirma en sus Memorias que esta relación fue meramente pedagógica ya que su ideología política iba por caminos algo diferentes:
Con manifiesto error y no con intenciones sanas se han comentado mis relaciones con Ferrer Guardia y con la Escuela Moderna que él fundó. Afirmo, sin que nadie pueda desmentirme, que estas relaciones, muy afectuosas, por cierto, no fueron nunca sino pedagógicas. […]
Aconsejé a Ferrer, porque me lo pidió, respecto a los planes de la escuela que trataba de fundar; me contó que tenía medios económicos suficientes y pude averiguar que procedían de la testamentaría o cesión a su favor de una señora entusiasta a la que habían sugestionado los planes o propósitos de Ferrer. (De Buen, 1943, 8-9)

            Sin embargo, el entusiasmo por este proyecto educativo fue aumentando y fue desarrollando más actividad en el seno de la organización con conferencias dominicales en las que no sólo participaban alumnos, sino también las familias, y que eran entendidas como una extensión educativa donde asistían como oradores intelectuales del momento. El propio Ferrer i Guardia explica cómo se iniciaron estas acciones pedagógicas que tanta aceptación tuvieron:
El público concurría con asiduidad, y los anuncios, previamente publicados en la prensa liberal de la localidad, eran perfectamente atendidos.
En vista de estos resultados y deseando aprovechar tan buenas disposiciones populares, celebré un convenio con los doctores D. Andrés Martínez Vargas y D. Odón de Buen, catedrático de la Universidad de Barcelona, para crear en la Escuela Moderna una Universidad popular, en la que aquella ciencia que en el establecimiento del Estado se da, o mejor dicho, se vende a la juventud privilegiada, se diera gratuita al pueblo, como una especie de restitución, ya que todo ser humano tiene derecho a saber y la ciencia no debe vincularse en una clase por ser producto de los observadores, sabios y trabajadores de todas las épocas y de todos los países.

En efecto, las conferencias adquirieron entonces continuidad y verdadera regularidad, con arreglo a la especialidad de los conocimientos de ambos conferenciantes. El Dr. Martínez Vargas explicó fisiología e higiene y el Dr. De Buen, geografía y ciencias naturales, alternando desde entonces, los domingos, hasta que se inició la persecución, y sus explicaciones eran ávidamente recogidas por los alumnos de la Escuela Moderna y por los asiduos concurrentes, formando aquel auditorio de niños, y adultos un bellísimo conjunto que en una de las reseñas que de las conferencias se publicaban constantemente en la prensa liberal de Barcelona, fue calificado por un periodista, de misa de la ciencia.
Los eternos apaga-luces, los que fundan sobre las tinieblas de la ignorancia popular el sostenimiento de sus privilegios, sufrieron mucho al ver que aquel foco de ilustración que brillaba con tanta intensidad, y no sería poca su complacencia al ver a la autoridad, puesta a su servicio, extinguirle brutalmente. (Ferrer i Guardia, 1910)

De este modo, Odón de Buen apoyará una metodología práctica que huya del aprendizaje memorístico y que busque la innovación con la aplicación real de los contenidos y objetivos que persiguen. Ideario que surge ya en la IEL cuyo objetivo es la experimentación directa del alumno con el entorno que le rodea. Además, debemos señalar que, aunque no era partidario de los libros y manuales como único instrumento de enseñanza- aprendizaje, elaboró varios volúmenes que se utilizarían en la Escuela:
Me encargó de redactarle unas cuantas cartillas; primero una, de dos pequeños volúmenes titulada Las Ciencias Naturales en la Escuela Moderna; le gustó tanto que me pidió ampliara haciendo un tomito de cada capítulo y creo que llegué a redactar diez o doce, aunque no todas se habían publicado cuando la escuela cerró. Escribí también para su biblioteca una cartilla de Geografía Física, la primera obra en español de esta ciencia que inspiré en La Terre de Reclus y en manuales extranjeros recientes. (De Buen, 1943, 96)
Algunas de estas indicaciones pedagógicas aparecen intencionalmente expresadas en el Prólogo de Geografía Física:
No soy partidario de los libros como medio preferente de enseñanza, y menos tratándose de Ciencias Naturales. Por eso, estas páginas, más que a los alumnos, van dirigidas a los maestros. Son una recopilación de datos, una exposición de fenómenos, sujeta a un plan, inspirada en un criterio. […]
Procuren los profesores servirse de los datos como medio de explicación de los fenómenos. El hecho escueto dice poco; una sucesión de hechos, bien aprovechada, puede servir para hallar una ley. […]
Huya, sobre todo, de enseñar este libro de memoria; es un vicio terrible de nuestra vieja pedagogía, el convertir a los niños en fonógrafos, haciéndoles inferiores a este aparato mecánico; un vicio que cauda graves estragos en nuestra juventud y que esteriliza muchas veces los esfuerzos que hacemos en nuestras Universidades. […]
Si el profesor aprovecha los paseos por el campo, si lleva a los niños a la cima de una montaña y a la orilla del mar, si evoca en ellos, de continuo, el recuerdo de lo que han visto y observado, el ejemplo de la Naturaleza que le rodeo permitirá la explicación de muchos fenómenos vulgares y facilitará la comprensión de aquellos que es difícil de observar de modo directo.


Y, aunque no creía conveniente la imposición de ningún libro de texto en particular, sí consideraba que eran un apoyo útil tanto para el docente como para el alumno y más si había sido editado por el profesor que impartía la materia. Fue por eso por lo que decidió publicar su polémica Historia Natural en tres volúmenes, relacionados con el temario que impartía: Tratado de Geología, Tratado de Botánica y Tratado de Zoología. Estas innovaciones pedagógicas se relacionan con el Positivismo europeo y, por tanto, con las nuevas tendencias científicas de la época que con tanto anhelo observaban los científicos españoles. De esta manera, Odón de Buen será uno de los primeros que imparta lecciones de Antropología y buscará inspiración en los textos de Darwin para hablar de los seres vivos en sus clases y en los tratados mencionados. Este postulado evolucionista y su claro posicionamiento republicano y anticlerical, llevará a que los sectores más conservadores de la Universidad se opongan a su estilo de enseñanza e, incluso, el Obispo de Barcelona condenará en 1895 el Tratado Elemental de Zoología y el Tratado Elemental de Geología por claro posicionamiento darwinista.
            Así que, siguiendo los postulados más modernos utilizados por la ILE y, posteriormente, por la Escuela Nueva, fue como organizó sus primeras clases que impartió en la Universidad de Barcelona y que continuaría aplicando en otras tareas docentes:
En mi primera lección, escuchada por más de tres centenares de estudiantes, tracé el plan del curso: lecciones orales, prácticas de laboratorio en cuanto me fuera posible, excursiones al campo para estudiar la Naturaleza misma. ¡Excursiones, no me fue difícil organizarlas enseguida, pero prácticas, no había locales adecuados, ni material de ningún género ni dinero! […]
Mucho tiempo pasó sin que pudiera organizar ejercicios prácticos, mejor dicho, manipulaciones mineralógicas y biológicas a cargo, bajo mi dirección, de los mismos estudiantes; gimnasia científica que en el preparatorio les facilitaba el acceso a las investigaciones de la carrera. (De Buen, 1943, 53)


Aun así, la mayor innovación pedagógica, fueron las excursiones que suponían investigaciones de campo, el contacto directo con la naturaleza y que tanto utilizaba Odón de Buen como práctica metodológica, que culminaba con un proyecto final en el que reorganizaban todas las muestras recogidas durante las salidas:
Comencé las excursiones por los alrededores de Barcelona, llegado de un lado hasta Gavá y Castelldefels, del otro hasta Papeil, recorriendo la pintoresca mole del Monserrat. Recogían mis alumnos, en grupos de veinte o cuarenta cuando más, fósiles y minerales, plantas e insectos. Veían, sobre todo, los seres en sus propios medios. Estudiar la naturaleza en la propia Naturaleza ha sido siempre mi afán […] Además, la convivencia en las excursiones engendra vínculos de afecto y de respeto entre el profesor y los alumnos y entre éstos relaciones y amistades que muchas veces traspasan los límites del curso y aun de la carrera […] Nuestras excursiones fueron largas, muchas veces duraron semanas. […]
Precedía las grandes excursiones de una conferencia preparatoria en la ´catedra y las seguía de otra conferencia con exposición de ejemplares y proyecciones de fotografías. Así aprovechaban en algo los estudiantes que no concurrían; porque las pagaban los alumnos que asistirían a ellas […] y eran muchos los que no podían hacer es gasto. (Ibídem, 55-56)

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2. Acrónimo formado por las iniciales de Institución Libre de Enseñanza.



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