Este artículo lo escribí en 2013 pero lo retomo porque todavía sigo teniendo esta preocupación y, aunque las cosas parece que están cambiando a nivel autonómico, a nivel nacional todavía queda mucho por hacer y, más aún, teniendo en cuenta la situación de caos político en la que estamos sumidas:
Imagen cedida por Chema Agustín. |
Si
Dios existiese, le pediría que nos devolviese a Odón de Buen: con sus gafas, su
bigote, su vocación pedagógica y sus ganas de luchar por las causas justas. Es
por eso que este 2013 en el que se celebra el 150 aniversario de su nacimiento,
sólo se me ocurre pensar en cómo se sentiría en momentos como este, en el que
la Enseñanza Pública, en la que creía indiscutiblemente, se nos viene abajo.
Es
curioso observar como esta época del fin de siglo XIX en la que vivió Odón de
Buen se caracterizó, entre otros aspectos, por el surgimiento de numerosas
corrientes pedagógicas renovadoras. El ejemplo más claro fue la Institución
Libre de Enseñanza objetivo era defender la libertad de cátedra, desligándose
así de los dogmas religiosos, políticos y morales. Sin embargo, aunque se
erigió como el centro de la cultura y la pedagogía más moderna en España hasta
el comienzo de la Guerra Civil, aparecieron otros movimientos de liberación
pedagógica en Cataluña, que pretendían arrancar de manos de la Iglesia el
monopolio que ésta tenía sobre la enseñanza, como es el caso de la Escuela
Moderna. El mismo Odón fue partidario de estas corrientes y remarca en sus Memorias:
Fui
siempre partidario de la enseñanza laica
y enemigo irreconciliable de la escuela oficial española, ayuna de un buen plan
pedagógico, rutinaria, arcaica en procedimientos, en material, en locales, y
con un personal reclutado en una lección al revés, confesional en exceso y deficiente
en enseñanzas ciudadanas, fuera de las realidades de este mundo por pensar
demasiado en el otro mundo. (De Buen, 1943, 95).
Serán
también estos nuevos modelos los que sigan como punto de partida, años después,
las Misiones Pedagógicas de la II República, cuyo objetivo principal era llevar
la cultura al medio rural, que tan carente de estos recursos se encontraba. Así
que cuesta entender que sólo por ello, por defender un modelo educativo justo,
estas personas fueran apartadas de la docencia, perseguidas, repudiadas,
encarceladas e, incluso, asesinadas. Por defender una educación pública a la
que toda la población tuviese acceso, independientemente de su origen y
condición, y que estuviese desligada totalmente de la Iglesia.
Sin
embargo, el modelo educativo franquista hizo desaparecer estos hitos logrados
(lógico si se habían ocupado de exterminar a toda la clase intelectual española
que los había llevado a cabo) y no fue hasta hace pocas décadas, cuando volvió a conseguirse que la educación pública contase con la
importancia que se merecía. Aunque, como
bien estamos viviendo, de nuevo, estamos viendo cómo se esfuma gracias a Wert y
su maravillosa LOMCE. Una ley
educativa que entra en vigor este próximo curso y que favorece claramente a los
centros concertados y privados, que segrega por sexos, que menosprecia al
profesorado, que disminuye las becas y que no tiene en cuenta al medio rural.
Es decir, un claro retroceso por el que tantas personas, incluido Odón de Buen,
llevan luchando desde el S.XIX.
Y
es en estos momentos cuando echo la vista a atrás y recuerdo los nueve años que
estudié en el Colegio Público Odón de Buen; los seis, que sirvieron para que
formase parte de una de las primeras generaciones de ESO y los dos de
Bachillerato en el IES Gallicum; los cinco en la Universidad de Zaragoza; los cinco
que he trabajado como profesora interina de Secundaria… y recuerdo a mis
maestros, a mis profesoras y profesores, a mis compañeros… y pienso en qué
haría ahora Odón de Buen y lo tengo claro: seguir creyendo, cada vez más, en
que esta causa merece la pena y que hay que seguir dejándose la piel, si es
necesario, por conseguir lo que es justo.
¡Y
lo justo ahora es defender la educación pública! ¡Salir a las calles, quejarse,
manifestarse, gritar y defender lo que tantos años nos ha costado conseguir! Porque
no quiero que las próximas generaciones se vean privadas de lo que yo he podido
disfrutar, de mi derecho constitucional como española y que, poco a poco, se
están encargando de difuminar con la excusa de la crisis. Quieren que España
vuelva a ser un país de analfabetos en el que sólo una elite pueda acceder a la
educación y revivir ese medio rural de los señoritos y los caciques de pueblo que
Delibes tan bien reflejó en Los santos
inocentes para poder llevarnos por donde les plazca y dejarnos sumidos en
la ignorancia.
Pero
sé bien que esto no va a pasar porque no nos vamos a dejar amedrentar, porque
vamos a seguir creyendo en las causas justas y porque, aunque Odón de Buen ya
no vaya a volver a luchar como lo hizo en su día, seguiremos empeñándonos en
conseguirlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario