martes, 21 de junio de 2016

EL AMOR LÉSBICO EN EL PROYECTO EDUCATIVO DE SAFO

Consideramos interesante retomar la equiparación que Marrou realiza entre el amor sáfico y el amor pederástico platónico para justificar que nada tienen que ver el uno con el otro e iniciar así nuestra explicación:

El amor sáfico no ha experimentado aún en ella la trasposición metafísica que la pederastia sufrirá en Platón, convertida en una aspiración del alma hacia la Idea: sólo es, todavía, una pasión humana, ardiente, frenética. (Marrou, 1985, 56)

Este amor lésbico se ve como un reflejo divino en la naturaleza humana y no como algo obsceno, caracterizando así toda su lírica. Al igual que los ideales de belleza del momento, Safo recurre a las características físicas y morales de tres de las diosas del Olimpo: Afrodita, Artemis y Atenea para definir las formas corporales a las que respondería toda mujer del momento.



     El tipo Afrodita sería una mujer pasional y sensitiva en la que predominarían los sentimientos, el deseo, el gozo y el amor. El tipo Artemis se caracterizaría por un predominio de los afectos; mientras que el tipo Atenea sería más intelectivo, un sentimiento amoroso más intelectualizado. Sensibilidad, energía e inteligencia eran, por tanto, los rasgos que debían combinarse a la perfección en toda mujer que fuese apta para este amor lésbico y que, parece ser, Safo lo cumplía a la perfección.

Conocemos el nombre de algunas de sus amadas a través de las odas que les dedicó, normalmente, antes de que abandonasen la escuela para contraer matrimonio: Anágora, Eunica, Gongila, Eranna, Telesipa, Andrómeda, Megara, Gorgo... pero su alumna favorita siempre fue Atthis, a quien dedicó El Adiós a Atthis:


Vete tranquila.
No te olvides de mí porque sabes, debes saber, que yo estaré siempre a tu lado.
Y si no quieres saberlo, te recordaré lo que tú olvidas:
muchas horas felices pasamos juntas;
han sido muchas las coronas de violetas, de rosas, de flor de azafrán
y ramos de eneldo que junto a mí te ceñiste.

Han sido muchas las veces que bálsamo de mirra y regio ungüento,
derramaste sobre mi cabeza. Yo no podré olvidarlo y tú, tampoco.
Igual a los dioses me parece el hombre dichoso que te abraza
y te oye en silencio con tu voz de plata y tu sonrisa risueña…
Cuán cara y hermosa era la vida que vivimos juntas.

Pues entonces, con guirnaldas de violetas y dulces rosas cubrías junto a mí tus rizos, ondeantes.
Y con abundantes aromas preciosos y exquisitos ungías tu piel fresca y joven en mi regazo y no había colina ni arroyo ni lugar sagrado que no visitáramos danzando…
         


Este tipo de relaciones, como ya hemos mencionado con anterioridad, pretendían servir de apoyo educativo a las mujeres que, una vez casadas, no tendrían la posibilidad de demostrar afectividad hacia sus parejas e, incluso, hacia sus hijos. Es en este ámbito sáfico donde estaba permitido el amor lésbico y del que Safo da cuenta en sus versos.

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