lunes, 13 de junio de 2016

QUIÉN FUE SAFO DE LESBOS

      Todavía hoy son muchos los datos que conocemos sobre la poeta Safo de Lesbos que fue considerada en el mundo griego como “La décima musa”. Nació en la aldea de Eresos, en la isla de Lesbos. Aunque su fecha de nacimiento también se desconoce, se cree que nació entre los años 630 y 612 a.C.
          Creció en el seno de una adinerada familia que se dedicaba al comercio y que, muy pronto, se trasladaría a Mitilene. Tras el fallecimiento de su padre en una contienda bélica contra Atenas, Safo se hace cargo del negocio paterno, alcanzado su máximo esplendor.
          En este sentido, debemos aludir a la situación tan diferente que vivía la mujer en las Islas Jónicas con respecto a Atenas: aquí contaban con los mismos derechos que el hombre. Además, al encontrarse en un punto comercial estratégico, el influjo de otras culturas posibilitó un aperturismo y una mayor libertad que permitió que las muchachas tuviesen acceso a la cultura ya la educación y algo de peso en la vida social del momento. Por este motivo, Safo fue muy criticada en el mundo ateniense ya que no se concebía una mujer con tanta independencia y cultura al no ser que se tratase de una hetaira.
          Esta libertad, también política, posibilitó que participase activamente en luchas políticas que acabaron en el exilio forzoso a Siracusa, donde se casó con un mercader llamado Kerkilos y con quien tuvo a su hija Cleis. Este periodo también le sirvió para enriquecerse culturalmente y desarrollar su vida intelectual, situándose así en el epicentro cultural y artístico de la ciudad siciliana.
Sin embargo, su vida matrimonial pronto llegaría a su fin ya que su marido falleció. De esta forma, Safo pasó a ser la única heredera de una gran fortuna.


          Safo pudo volver a Lesbos seis años después de su destierro y fue entonces cuando fundó en Mitelene una academia educar a muchachas en arte, danza, canto, literatura ya artes amatorias. Amó tanto a mujeres como a hombres, algo que a nosotros actualmente nos sorprende, pero era una práctica habitual y aceptable tanto en el mundo griego, como romano. En su poesía cantó su amor hacia las mujeres sin recato alguno. Esto provocó, que muchos siglos después fuera mal vista y se hablara de ella de forma despectiva sobre todo en el mundo cristiano, donde las prácticas homosexuales son mal vistas.
            De sus números relaciones amorosas, se acuñó el término de safismo o lesbianismo, para referirse a las relaciones con mujeres.  Una de estas historias fue la que vivió con Atthi, a quien le dedica un poema titulado El adiós a Atthi cuando la joven abandona la academia para casarse.
De la obra poética, que nos queda de Safo, destacan las poesías dedicadas a las mujeres y alguna a sus tres hermanos. Escribió nueve libros de odas, epitalamios o canciones nupciales, elegías e himnos, pero se conservan una mínima parte de ellos. Escribió sus obras en el dialecto aeólico y sus poemas alcanzaron una gran difusión en el mundo griego, romano y bizantino dejando una estela en las composiciones de Teócrito, Horacio o Catulo. Este último copió uno de sus poemas casi al límite como bien podemos observar a continuación:
Me parece igual a los dioses ese
hombre que ahora está frente a ti sentado,
y tu dulce voz a tu lado escucha
mientras le hablas
y tu amable risa; lo cual, te juro,
en mi pecho el alma saltar ha hecho:
pues te miro apenas y mis palabras
ya no me salen,
se me queda rota la lengua y, suave,
por la piel un fuego me corre al punto,
por mis ojos ya nada veo, y oigo
sólo un zumbido,
me destila un frío sudor, y entera
un temblor me apresa, y cual la paja
amarilla estoy, y mi muerte siento
poco alejada.
Pero todo habrá que sufrirlo, incluso...
Safo



Aquél me parece igual a un dios,
aquél, si es posible, superior a los dioses,
quien sentado frente a ti sin cesar te
contempla y oye
tu dulce sonrisa; ello trastorna, desgraciado
de mí, todos mis sentidos: en cuanto te
miro, Lesbia, mi garganta queda
sin voz,
mi lengua se paraliza, sutil llama,
recorre mis miembros, los dos oídos me
zumba con su propio tintineo y una doble noche
cubre mis ojos.

El ocio, Catulo, no te conviene,
con el ocio te apasionas y excitas demasiado:
el ocio arruinó antes a reyes y
ciudades florecientes.
Catulo

          Su poesía se caracterizaba por una gran sencillez expresiva, intimismo y una poderosa subjetividad con la que plasmaba sus sentimientos amorosos más profundos. Supuso una gran innovación en la lírica del momento ya que creará una nueva estrofa que, posteriormente, será denominada estrofa sáfica, además de numerosas innovaciones en la lírica monódica. Y aunque la mayor parte de su obra poética no ha llegado hasta nosotros, sabemos de su prolífica producción literaria a través de numerosas citas de autores antiguos.
          Sabemos de cómo era físicamente Safo de Lesbos a través de unos versos del poeta Alceo de Mitilene, con quien  también mantuvo una relación amorosa. La describe teniendo en cuenta tres rasgos: dulce sonrisa, pureza, azulados rizos…¡Safo!
                   
Esta descripción poética ensalza no sólo los rasgos físicos de la milesia, sino que se podrían llegar a relacionar con sus cualidades personales. El que poseyese un cabello negro muy oscuro  y una piel muy blanca, era un rasgo genético muy infrecuente en las gentes europeas de la época, por lo que debía de resultar muy llamativa.
En cuanto al rasgo de su sonrisa, se nos dice de ella que es dulce, por lo que se puede relacionar con una expresión suave ya legre, algo delicada. Resulta significativo que sólo se nos mencione de su rostro la sonrisa y ningún otro rasgo más, por lo que podemos pensar que esa dulzura se reflejaba en el rostro entero.
Por último, la calificación de pura supone el contrapunto a todas las opiniones vertidas por sus detractores. Alceo nos presenta a Safo como una mujer con un comportamiento irreprochable que nada tiene que ver con lo que de ella se dice.

          Pese a carecer de mucha información, lo que está claro es que la obra de Safo de Lesbos resultó revolucionaria en su momento y todavía hoy lo sigue pareciendo. Es lo contrario a la poesía masculina, que representa el mundo dominante, lo heroico, lo violento, un estado patriarcal donde la mujer y sus sentimientos no tienen cabida. Todo esto será lo que intentará inculcar a las jóvenes que acudan a su academia hasta el año 570 a.C, fecha en la que se data la muerte de “La décima musa”.

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