Aspasia de Mileto fue una mujer que no cumplía, en absoluto, el ideal
femenino que se tenía en la Atenas clásica: culta, inteligente, de una belleza
extraordinaria y extranjera. Es por eso que la única forma de desarrollar su
talento y vivir como una mujer libre, fue la de convertirse en hetaira,
profesión que le permitía saber cantar, danzar, orar, recitar poesía y artes
amatorias.
No se sabe con exactitud las fechas del nacimiento y muerte de Aspasia,
cuyo nombre significa La bella bienvenida.
Ingeborg Gleichauf marca los años 460 y el 401 a.C. como más o menos
verídicos. De hecho, los únicos datos sobre su vida se centran en el período
comprendido entre su relación con Pericles y la muerte de Lisicles, su segundo
marido. Sí que se conoce, en cambio, su origen: la ciudad jonia de Mileto, en
Asia Menor, donde el ideal femenino era algo diferente y las mujeres podían
gozar de una mayor libertad. Es lógico
pensar que la mentalidad retrógrada ateniense, cuya esposa ideal era la
encerrada en cada y sumisa al marido, interpretara la conducta delas mujeres
jonias como mero libertinaje (Solana Dueso, 1994).
Con veinte años, Aspasia se trasladó junto a Axíoco, su padre, hasta Atenas: donde pasó a ostentar la condición de mujer extranjera. Según lo que hemos expuesto en capítulos anteriores en este trabajo, esta condición estaba ligada a la prostitución. Era su única forma de sentirse libre y de poder desarrollar su talento y acceder a la cultura. De esta forma, se fue abriendo un hueco en la vida cultural de la Atenas de Pericles llegando a conocer a personajes tan ilustres como Anaxágoras, Sócrates o el propio Pericles, de quien será compañera un largo tiempo y por quien abandonó a su esposa legítima.
Con veinte años, Aspasia se trasladó junto a Axíoco, su padre, hasta Atenas: donde pasó a ostentar la condición de mujer extranjera. Según lo que hemos expuesto en capítulos anteriores en este trabajo, esta condición estaba ligada a la prostitución. Era su única forma de sentirse libre y de poder desarrollar su talento y acceder a la cultura. De esta forma, se fue abriendo un hueco en la vida cultural de la Atenas de Pericles llegando a conocer a personajes tan ilustres como Anaxágoras, Sócrates o el propio Pericles, de quien será compañera un largo tiempo y por quien abandonó a su esposa legítima.
El objetivo primordial de Aspasia era que las mujeres recibiesen una
formación cultural mínima para poder ser más libres, por lo que creó una
escuela de hetairas donde chicas entre 12 y 17 años aprendían a alcanzar, de
cierta forma, esta libertad. Esta idea Aspasia la tomaría de otras escuelas de
mujeres como la de Safo, también en la costa jonia. En la época, que una mujer
accediese a este tipo de conocimientos, no se relacionaba con el ideal de mujer
decente, por lo que la única salida que le quedaba si querían seguir ampliando
su educación, era convertirse en hetairas.
Otra
de las grandes pasiones de Aspasia, atestiguada por textos de la época, es la
oratoria, de la que Pericles, seguramente, se sirvió en numerosas ocasiones.
Esta pasión por el arte de la elocuencia la llevó también a convertirse en
profesora de esta disciplina como se menciona en diálogos platónicos con el Menéxeno.
Su unión con Pericles resultó muy escandalosa dese el principio y su
destaca inteligencia no gustaron nada en la Atenas intelectual del momento. Numerosas voces se
alzaron en su contra, destacando su pasado como regente de un burdel. Pero
Aspasia vivó fiel a su lado hasta que el político murió en 429 a.C.
Sin embargo, no todo fueron críticas: muchos escritores y pensadores de la
época la alababan y le pedían consejo. Incluso el propio Sócrates le enviaba
alumnos para que les mostrara algunos de los principios básicos de filosofía y
retórica.
Aunque
se hayan perdido los textos escritos por la propia Aspasia, sabemos por otros
que los toman como punto de partida, que fue una destacada científica y médica
cuyo ámbito de investigación fueron la ginecología y la cirugía.
Aunque
la Historia no haya colocado a Aspasia de Mileto en el lugar donde se merecía,
es preciso que hagamos hincapié en su extraordinaria belleza y, sobre todo, en
su gran inteligencia, que la llevaron a abrirse un hueco en “el club de
hombres” que era Atenas.
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